sábado, 21 de noviembre de 2009

Apologistas: San Justino


San Justino nació en Flavia Neápolis (Naplusa), de padres paganos. Se convirtió al cristianismo antes de 132 y fue martirizado en Roma bajo el prefecto Junio Rústico hacia 163-167. De sus obras destacan la Primera Apología (150 d.c) dirigida al emperador Adriano, la Segunda Apología al emperador Marco Aurelio y el Diálogo con Trifón, hacia 160. En sus obras se vislumbran las razones por las que un pagano de cultura griega podía tener para convertirse. Pasar de la filosofía al cristianismo era con frecuencia pasar de una filosofía animada de espíritu religioso a una religión capaz de consideraciones filosóficas. Primero asistió a las enseñanzas de los estoicos, pero ignoraban a Dios e incluso le dijeron que no era necesario conocerle. Luego se dirigió a los peripatéticos, pero el maestro que buscó le preguntó ya desde el inicio por el salario, para que sus relaciones "no resultasen inútiles", así que no era en realidad un filósofo. Buscó después a un pitagórico que le exigió que aprendiera antes música, astronomía y geometría. Así llegó a los discípulos de Platón.

En un lugar donde se retiró a meditar Justino encontró a un anciano que le preguntó acerca de Dios y el alma. Justino, claro, le respondió según los dictados de Platón pero el viejo le replicó en su sencilla simplicidad: Si las almas que han visto a Dios han de olvidarle después, su dicha no es más que miseria, y si las que son indignas de verle permanecen ligadas al cuerpo en castigo, este castigo es inútil, ya que no saben que están siendo castigadas. Justino replicó con el Timeo, pero el visjo igualmente le rebatió: Si el alma vive inmortalmente, no es porque ella misma sea vida sino porque la recibe, como enseñan los cristianos. El alma vive porque Dios lo quiere y por el tiempo que Él quiere. Justino quiso aprender entonces esa doctrina, y así vemos cómo el cristianismo ofrecía una nueva solución alos problemas que los mismos filósofos habían planteado. Sus discípulos, así, reclamaron el título de filósofos.

Hay empero ciertas objeciones: Si se admite que Cristo reveló la verdad, quines vivieron antes que él no pueden ser culpables de haberle ignorado. Justino lo soluciona con una cita del prólogo del Evangelio de Juan: "El Verbo ilumina a todo hombre que viene a este mundo, y por ello todo el género humano participa del Verbo". Y afirma también que el Verbo es una especia de gérmen del que cada hombre recibe una partícula. Así, todos los hombres han vivido según el Verbo, por lo tanto han vivido hacia o contra el Cristo. Si se añade que los filósofos tomaron ideas del Antiguo Testamento, tendremos derecho a concluir que la revelación cristiana es el punto culminante de una revelación divina tan antigua como el género humano. Y el cristianismo puede asumir la responsabilidad de toda la historia. Todo lo que se ha hecho mal ha sido contra el Cristo, y todo lo que se ha hecho bien se ha hecho por el Cristo: "Cuanto de verdad se ha dicho, nos pertenece". Los estoicos, Sócrates, los filósofos paganos son, según este argumento retorcido, seguidores del Cristo.

Los principios rectores de Justino son más importantes que las aplicaciones que hace de ellos. Sus escritos no se prestan a exposiciones generales ni a discusiones profundas. Del hombre, apenas considera otras cosas que el alma. Según él, cuando el hombre muere, el alma abandona el cuerpo y el hombre deja de existir. Y el alma cuando deja de existir, sale de ella el espíritu de vida. Tiene pues un concepto de la naturaleza humana compuesta de cuerpo, alma y pneuma que es de origen estoico. Pero no considera imposible la muerte del alma, pues según aprendió de aquel anciano, el alma recibe al vida de Dios, así que no es inmortal con derecho pleno sino según le plazca a Dios. También dice que las almas de los justos son premiadas y las de los malvados castigadas por cuanto tiempo quiera Dios que existan. Esto nos deja entrever que la voluntad del hombre para él está sujeta al libre albedrío.

En fin, que las bases del pensamiento medieval con el retroceso de la razón frente a la fe están bien sentadas y tratan de absorber para la religión cuanto de importante la filosofía había aportado. De esta época puede sacarse la frase de "San Sócrates, ruega por nosotros". Si Sócrates levantase la cabeza...


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